Mentime, que (un poco) me gusta

Las mentiras no son nuevas, pero su forma de circulación se hizo muy efectiva conviviendo con el ejercicio de la profesión periodística. Y se armó un enorme campo que preocupa porque la información ciudadana se resquebraja.

Este episodio tiene varios inserts de entrevistas a Adriana Amado (@LadyAAmado)

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(Texto de Soledad Arréguez Manozzo)

El término “fake news” se popularizó a partir de la campaña electoral de Donald Trump en Estados Unidos en 2016, cuando denunció supuestas noticias falsas en su contra. No fue el único, muchos políticos lo utilizan para nombrar a los medios con lo que no concuerdan. 

Las “fake news” quedaron asociadas a los medios y la política.

Pero el fenómeno de las noticias falsas no se refiere únicamente a contenidos periodísticos. Como este problema no se cierra en el mundo de los medios, se prefiere hablar de desinformación para nombrar a toda información falsa, engañosa o inexacta que es construida y difundida a propósito, sabiendo que es falsa. Hay una intención de causar daño. También puede haber errores involuntarios en la producción de los contenidos, acá hablamos de mala información, que no buscaba perjudicar a nadie.

Hablamos de noticias, pero también de mensajes por WhatsApp, posteos en redes sociales, imágenes editadas, videos manipulados y hasta memes … porque si el chiste no se entiende, puede llevar a malas interpretaciones.

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Las fake news no son un fenómeno nuevo para el periodismo. La posibilidad de que cada vez más personas produzcan contenido, lo suban a la web y lo comparten, sumado a la rapidez de la transmisión de la información provocaron nuevas dinámicas a la hora de informar y de consumir noticias. A la sobreabundancia informativa e inmediatez se suma la posverdad, cuando las creencias y emociones parecen valer más que los datos y los hechos objetivos.

¿Por qué mentir? Las personas pueden tener muchas motivaciones para hacerlo: para hacer una broma o para ganar dinero por cantidad de links. Las principales suelen ser factores económicos –para ganar plata por el tráfico que genera una noticia viral– o políticos –buscar generar influencia sobre un colectivo o comunidad.

Claire Wardle de First Draft, una de las organizaciones que más trabajó sobre esta problemática, señala como posibles motivaciones: periodismo deficiente, parodia, provocación, pasión, partidismo, provecho económico, poder o influencia política, propaganda.

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La desinformación es un fenómeno complejo que aqueja cada vez más a los procesos de comunicación pública. Hace un par de años investigadores del MIT demostraron que las noticias falsas se viralizan en las redes sociales mucho más rápido que la información veraz. ¿Entonces cómo salimos rápido del laberinto de mentiras?

Uno de los campos de investigación es la psicología de la desinformación, que busca entender por qué creemos determinadas ideas y no otras, por qué las compartimos y las viralizamos en las redes sociales. 

Las noticias falsas apuntan a la emotividad, a los sentimientos, para que lo que lees no te pase desapercibido, sino que te enoje, te cause indignación o risa. También apunta a la espectacularidad, busca llamar la atención del usuario. Las noticias falsas se construyen con elementos que llaman nuestra atención y que ponen en juego nuestros sesgos. 

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Desde los medios es clave que las salas de redacción puedan incorporar en sus rutinas periodísticas habilidades de verificación digital. El chequeo de la información debe ser una práctica propia del quehacer periodístico. Causa gracia tener que aclararlo, pero la vorágine informativa y la lucha por la primicia pueden conducir a publicar información que no haya sido confirmada al periodista. 

Los comunicadores deben estar preparados y entrenados para combatir la desinformación. Cada periodista, sala de redacción o empresa periodística puede tomar cartas en el asunto, y ser un actor para mejorar la calidad informativa.

Cada ciudadano/usuario puede ser parte de la solución.  Sé crítico con la información que lees, con los medios por los que te informás, incluso desconfía de tu propia mirada, y antes de compartir cualquier contenido, pensalo dos veces.

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