El etiquetado de los alimentos como lucha contra la publicidad
La industria de los alimentos es muy nueva, aunque siempre hicimos algo con lo que obteníamos, como cocinarlos cuando controlamos el fuego.
Aprendimos a matar bacterias malas y dejar las buenas con la pasteurización, y cruzar variedades para tener grandes choclos y excelentes cervezas.
Pero en algún momento cambiamos procesos identificables, a procesos complejos de producción de alimentos que se nos escapan en su alcance y tecnologías.
Muchos alimentos se diseñan exclusivamente para cubrir deseos y caprichos, con la misma lógica que otros productos: se diferencian, o bajan costos.
El alimento barato, tan festejado por los que pregonan que vivimos en el mejor mundo que tuvimos hasta hoy, llega a más personas, pero su producción y contenido es muchas veces dudoso.
- Primero, porque hay alimentos que parecen algo que no es.
- Segundo, porque están en el límite de lo que es, incluso de lo comestible.
- Tercero, porque se utilizan componentes para realzar algún atributo. Algunos naturales y otros a partir de compuestos absolutamente impensados cuando los saboreamos.
- Cuarto, porque algunos se inventan y no serían posibles sin procesos industriales.
Hay un quinto punto: productos que se venden ilegítimamente, como el agua. El agua no es el sustituto saludable de las gaseosas, sino un elemento base para la vida y por eso el acceso al agua segura es un derecho. Es decir: debe estar fuera de toda lógica de mercado. Volveremos fuerte sobre esto en otros episodios.
Volviendo a la desvinculación entre sabores y componentes, la comunicación de lo que los alimentos son es confusa, como en los medicamentos. Alimentos y medicamentos empezaron a cruzarse hace un tiempo, también tema de otro episodio.
Pero la comunicación es una condición necesaria en la relación entre productor y consumidor. Si la comunicación se falsea, la relación con el consumidor es un engaño.
Cuando hablamos de comunicación hacia un mercado caemos en la trampa de la libertad de elección del consumidor como escudo para justificar la persuasión basada en el impuso de consumo.
Dado que los alimentos ya no son transparentes, que no los podemos entender, como pasa en casi todas las tecnologías que nos rodean, la comunicación es central.
Y dado que los alimentos son fundamentales para nuestra salud, la forma de comunicar no es un tema simple. Estamos en la discusión entre la publicidad y los datos objetivos.
La ley de etiquetado que avanza y tropieza, avanzó un poco más, y busca avisar a los consumidores los excesos de, por ejemplo azúcar o sodio que tiene un alimento.
Como todo etiquetado, es una especie de escrache, y también una forma de clasificar.
Sería genial que agreguen más etiquetas, e incluso eliminar las marcas y la publicidad para ciertos alimentos básicos.
Por ejemplo se pueden agregar etiquetas sobre componentes inesperados, e incluso etiquetas para alertar que el sabor no está dado por el origen del alimento sino que es un sabor fabricado. Fijate que hay papas fritas con sabor a jamón serrano… algo que parece miel, pero que no es.
La comunicación objetiva que podría eliminar sobrecostos y sobreprecios de las marcas puede aplicarse a la leche y a las harinas, para que la competencia sea real y se de en procesos y productos realmente diferenciados y no en el agregado de valor, cuando no hay ningún valor real agregado más que el comercial.
Esto que parece una especie de manifiesto estalinista, en realidad es simplemente pelear por la libertad, que necesita la condición de la circulación honesta de la información. Sin esta condición, la aceptación de un producto en el mercado es una mentira.
Aunque, solo mencionarlo me generó demasiadas etiquetas justamente a mí, que me autopercibo como persona libre.
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